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miércoles, 28 de febrero de 2018

La lectura de hoy: Invitación a un asesinato, de Carmen Posadas


«Es realmente extraño —sonrió Olivia— que en un tiempo en el que todo el mundo invierte imaginación y tanto dinero en organizar los momentos relevantes de su vida, ya sea un cumpleaños, una boda, un bautizo o cualquier otro tonto aniversario, nadie excepto yo piense en poner igual cuidado en preparar la escenificación del hecho más trascendental de todos, su muerte.»

—O mejor dicho, mi asesinato —añadió en voz alta, y volvió a sonreír antes de decirse que si uno de sus mayores méritos en esta vida había sido organizar y escenificarlo todo con éxito (sus cinco matrimonios, sus amistades, así como no pocos amores clandestinos) ahora, llegado el momento, iba a planear también su mutis final cuidando cada detalle.

«¿Quién dijo aquello de que el asesinato es una de las bellas artes?» En su caso lo sería. Seguro.


Así comienza esta novela de Carmen Posadas, que es todo un homenaje a la obra de Agatha Christie, y a famosas novelas del género.

Es una novela entretenida, bien construida desde la trama y desde lo narrativo, de esas que se pueden leer de continuo. Sin embargo, quien busque una novela de suspenso, no la encontrará, ya que el posible misterio a resolver se hace evidente. 
Quienes han leido Agatha Christie y gustan de sus obras, se sentirán como en casa, ya que en toda la narración hay referencias directas a novelas como Diez Negritos, Némesis, El Asesinato de Roger Ackroyd y Cianuro espumoso, y a Miss Marple como investigadora. Además, hay referencias a Rebecca, de Dafne Du Maurier. Pero, Cuidado!!! Se cuenta el final de alguna de estas obras!!






miércoles, 21 de febrero de 2018

Diez Negritos, de Agatha Christie



Diez negritos se fueron a cenar.
Uno de ellos se asfixió y quedaron
Nueve….

DIEZ NEGRITOS es una de las más famosas novelas escritas por Agatha Christie.
Su argumento es simple: diez desconocidos son invitados a pasar un fin de semana en una isla. Allí comienzan a ser asesinados, uno por uno, de acuerdo a la letra de una canción infantil.
Aunque no es un relato de detectives, ya que no los hay, se plantea una situación común a las novelas de misterio, un grupo de personas reunidas en un lugar cerrado y obligadas a convivir, y en grado creciente, a afrontar miedos, sospechas, angustias y finalmente, sus propias muertes.

“A su pesar los invitados se fueron a sus habitaciones. Si hubiesen estado en una vieja casona con las escaleras y los suelos cimbreantes, con rincones llenos de sombras por todas partes y paredes artesonadas y oscuras, hubiesen podido sentir siniestros temores, pero no se encontraban en tal caso.
En esta vivienda ultramoderna, exenta de oscuros rincones, con luz eléctrica derramada a chorros, todo era nuevo, brillante, resplandeciente, nada podía esconderse de malo, faltaba por completo el ambiente de los viejos caserones atormentados.
Y, sin embargo, inspiraba a los reunidos un temor inexplicable.
Se desearon las buenas noches y entraron en sus respectivos dormitorios. Casi inconscientemente todos echaron la llave a su puerta”.

De fácil lectura, es una buena forma de introducirse en el género. La misma autora, rápidamente convirtió la novela original en una obra teatral, la cual, a su vez, fue llevada al cine en muchas ocasiones, siendo la realizada por el gran Rene Clair en 1945 la primera, - y a mi juicio-, la mejor. Y, aunque la isla fue reemplazada en las sucesivas versiones por hoteles en el desierto, safaris africanos o refugios alpinos, en general, en todas se respeta la trama original. La última versión para la pantalla se realizó hace un par de años atrás, en formato miniserie, lo que sirvió para reforzar la caracterización psicológica de los personajes y la carga dramática de la obra. 

Así se refiere la autora a su obra:
“Había escrito Diez negritos porque era tan difícil de realizar que la idea me fascinaba. Tenían que morir diez personas, sin caer en lo ridículo, y sin que se viera fácilmente quién era el asesino. Escribí el libro después de una planificación concienzuda y el resultado me gustó. Era claro, directo, de solución nada fácil, aunque la explicación fuera perfectamente razonable, tal como se aclaraba en el epílogo. La obra gustó y tuvo buena crítica, aunque quién se quedó realmente encantada fui yo misma, pues sabía mejor que ningún crítico lo que me había costado escribirla”

Un negrito se encontraba solo.
Y se ahorcó y no quedó...
¡Ninguno!

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