"Un objeto contundente le golpeó el cráneo. El dolor punzante le hizo caer de rodillas, pero el escriba se contuvo y apretó las palmas contra el suelo. Levantó la vista y vio el canto puntiagudo de un fragmento de caliza suspendido sobre su cabeza. Bakwerner tuvo tiempo de gritar antes de que la piedra le diera en la cara."
Un subgénero bastante popular dentro de la literatura policial es aquel que traslada el caso criminal a distintas épocas históricas.
Este tipo de literatura tiene el atractivo de permitir al lector, además de deleitarse con el misterio a resolver, conocer un poco más sobre determinadas épocas y sociedades del pasado.
En general, se trata de tramas que siguen el modelo tradicional: uno o varios asesinatos, un grupo reducido de sospechosos, la investigación, y, finalmente, la resolución del caso. Aquí no hay sorpresas, y el lector de misterios no se ve defraudado.
En la novela que hoy nos ocupa, nos trasladamos al Antiguo Egipto, bajo el reinado de Tutankamón, - Faraón famoso si los hay -, entre pirámides, tumbas y momias - quizás aquello de lo que, aún quienes no saben nada de historia o de arqueología, oyeron hablar - , lo que le otorga al relato, ante el público en general, un interés especial.
El problema que a veces ocurre, es que, paradójicamente, para entender el marco referencial o algunas situaciones, es importante conocer algo de historia.
El relato comienza cuando se descubre el cadáver de un escriba , y Meren, especie de jefe de seguridad y hombre de confianza del Faraón, debe llevar adelante la investigación, en medio de intrigas palaciegas y conflictos religiosos. En este caso, es importante saber que Tutankamón reinó después de Akenatón, quién, durante su reinado impulsó una reforma religiosa, persiguiendo al tradicional politeísmo egipcio e imponiendo el culto a una única divinidad: el disco solar (Atón). Si bien esto está, a su modo, explicado en la novela, quien desconoce la historia egipcia puede confundirse con las alusiones a situaciones y nombres propios del periodo.
Pero, además, para quien escribe esta reseña, profesor de historia con formación universitaria, encontrar este tipo de obras le presenta un desafío adicional: comprobar la verosimilitud histórica del relato y que no se cometan errores en la reconstrucción de la época ( gajes del oficio, que le dicen!!) Y aquí es donde podemos mencionar otra crítica a esta novela:
Si bien hay una correcta descripción de las costumbres, de las técnicas de momificación, y de la ambientación política y religiosa, he encontrado frases y situaciones propias de la actualidad como por ejemplo la alusión a que "la policía desbarató una red de prostitución infantil" o al uso de dinero ( inexistente en aquella época). Quizás esto se debió a fallas en la traducción, o al descuido, pero, para mis ojos de historiador, estas situaciones, ajenas al reinado de la XVIII Dinastía, desvalorizan un poco esta novela, que, sin embargo, y salvando los reparos ya mencionados, encontré entretenida.