"Los letreros luminosos de las discotecas y los bares de copas, apagados y legibles apenas a la luz de las farolas, hacían patente que en aquel momento la vida sucedía en cualquier otra parte, y que una vez más éramos esos seres fuera de lugar con los que la sociedad, y quienes la dirigían, contaban para remangarse y meter las narices hasta el fondo de lo que la mayoría de la gente ni podía ni, en el fondo, quería saber"
A principios de este año, en lo que, por estos lares del sur eran mis vacaciones de verano, tuve la suerte de encontrar en una librería de viejo, El lejano país de los estanques, y conocer así a Vila y a Chamorro, esos queridos y tan particulares guardias civiles, a quienes, desde entonces, y sin que lo sepan, voy siguiendo en sus vidas y acompañando en sus aventuras.
Y en esta novela, tan buena como las anteriores, esas "aventuras" los llevan a un pueblo de la costa del Mediterráneo, cuya joven alcaldesa fue asesinada.
Desde el punto de vista narrativo así como en lo que hace a la construcción de la trama, Los cuerpos extraños no presenta mayores sorpresas respecto de lo que venimos leyendo de la saga, y se mantiene fiel a los cánones del género.
Hay aquí, también, una muy lograda caracterización de personajes y situaciones, matizada con comentarios y reflexiones del narrador, algunos cargados de humor e ironía, otros más serios e incluso amargos; que enriquecen el relato.
No faltan alusiones a series de tv, alguna película, algún personaje de ficción , algún libro, o algún tema musical.
Vila mantiene aquellas características que tanto nos gustan, como el actuar siempre en nombre de la víctima, ese sentido de cumplir con el deber y "hacer lo correcto" , el buen trato como norma, la empatía hacia el genuino dolor de los deudos, su visión tan particular de la vida y del mundo, la lealtad para con los suyos, y esa especial relación con Chamorro que , como ya viene ocurriendo, es toda una trama en sí misma.
Pero la nota de distinción está dada, en gran parte por la evolución de los protagonistas, que el autor, sabiamente, hace tener la edad acorde al paso del tiempo entre publicación y publicación. Esto hace que, aquí, Vila esté rondando los cincuenta, mientras que la sargento está cerca de cumplir cuarenta años; y, naturalmente, el paso de los años, y sus propias experiencias vitales y laborales, les da a ambos una mayor profundidad como personajes y los hace, - cada vez más -, más humanos.
Otra evolución que se viene notando, ya desde las obras anteriores, y en un acercamiento a la novela de tipo procedimental, es que la investigación es un trabajo colectivo, además de Arnau y Salgado, que ya son partes claves del equipo, se suman oficiales y agentes de otras jurisdicciones, y, dada la complejidad del caso - el asesinato ocurre mientras se investigaban casos de corrupción y maniobras de lavado de dinero - , de otras secciones, lo que también da pie a que, aún en el marco de la colaboración y camaradería que siempre se mantiene, se produzcan situaciones que motivan agudos comentarios por parte del cronista.
En definitiva, una excelente novela, que, digna sucesora de las anteriores, es mucho más que una novela policial.