viernes, 20 de abril de 2018

La lectura de hoy: Príncipe y mendigo, de Mark Twain

Voy a contaros un cuento, tal como me fue relatado
por cierta persona que lo sabía por su padre, el
cual, a su vez, se lo había oído igualmente explicar a
su progenitor... y así sucesivamente, de generación
en generación, durante más de trescientos años, los
padres lo transmitían a los hijos, y éstos lo conservaban
en la memoria. Tal vez se trata de una historia,
quizá únicamente de una leyenda o de una tradición,
pero pudo haber ocurrido. Es posible que los
sabios y los perspicaces lo creyeran cierto, pero también
puede ser que únicamente los ignorantes y los
ingenuos lo encontraran agradable y lo creyeran
real.


Así comienza Principe y Mendigo, una popular novela que Mark Twain publicó en 1881.
La historia, famosa como cuento infantil y llevada al cine en varias ocasiones, es conocida:
Ambientada en Inglaterra, en 1547, narra la historia de dos chicos de la misma edad y muy parecidos físicamente, Tom y Eduardo.
El primero vive en la extrema pobreza y es castigado por su padre, ladrón y borracho; su vía de escape: soñar con ser un príncipe. Esto lo lleva a las puertas del palacio donde es maltratado por uno de los guardias que lo echa. La escena es vista por Eduardo, hijo de Enrique VIII, quien, de buen corazón, se indigna, reprende al guardia e introduce a Tom en el palacio. Ambos, en sus juegos, deciden intercambiar sus ropas, así, Tom se viste con las lujosas prendas del príncipe, y Eduardo con los harapos de Tom.
Los guardias, guiados por el aspecto, echan a Eduardo a la calle, y llevan a Tom al palacio.
Durante algunas semanas, ambos son tomados por lo que no son, Desde el rey moribundo y la corte hasta el padre de Tom y su grupo de delincuentes, todos se dejan guiar por la apariencia. Así, en la corte se disimulan las rarezas del príncipe que parece olvidar protocolos y aspectos de la vida nobiliaria . Mientras, Eduardo pasa a sufrir muchas penurias y situaciones verdaderamente dramáticas , y sus afirmaciones sobre su nobleza, así como sus dichos y la forma de manifestarse, son motivos de burlas, castigos  - incluida la cárcel - y maltratos. Lo mejor que le pudo pasar, fue que un noble despojado de su riqueza se apiadara de él creyéndolo loco y lo tomara bajo su protección. Finalmente, - ya muerto Enrique VIII- se aclara el malentendido y Eduardo pasa a ser rey, mientras que a Tom se le otorgan beneficios y honras; también son premiados aquellos que ayudaron a Eduardo durante aquellos días de penurias.
Más allá de este relato, y de su simplicidad  - al final los buenos reciben su premio y los malos son castigados, Príncipe y Mendigo es una ficcionalización de un tramo de la historia inglesa (Eduardo VI sucedió en el trono de Inglaterra a su padre en 1547 y reinó hasta su prematura muerte en 1553)  que nos permite conocer algunas costumbres  de la época, prácticas cortesanas, - contadas con humor e ironía -,  la profunda división social, y, sobre todo, las penosas condiciones de vida de las sectores populares, así como las crueles normas y castigos empleados en la Inglaterra del siglo XVI, todo esto contado, sin embargo,  sin la profundidad con que, por ejemplo, escribía Dickens.
En definitiva, nos encontramos con un entretenido relato, que pueden disfrutar chicos y grandes, y cuya lectura recomiendo.

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