martes, 27 de febrero de 2018

La lectura de hoy: Los suicidios constantes, de john Dickson Carr


“Los pasos vacilaron, se volvieron y se acercaron hacia la puerta de la habitación.
Duncan se puso de pie bruscamente. Sus manos se crisparon sin separarse la una de la otra, y Alan oyó el ruido de las articulaciones cuando el abogado las apretó con fuerza.
Entre el momento en que oyeron por primera vez los pasos y el momento en que el picaporte giró y la puerta se abrió habían transcurrido cinco o seis segundos. Desde entonces, Alan recuerda siempre este período como el intervalo más largo de su vida. Cada tabla de la habitación tenía aparentemente una clase diferente de chirrido o crujido. Todo parecía haber adquirido vida y estar alerta e insistente como el zumbido de la mosca contra el vidrio de la ventana. La puerta se abrió, y cierta persona entró en la sala”.

Hay un subgénero, muy común dentro de la narrativa policial, que es el de los crímenes de “cuarto cerrado”. El caso es simple, alguien muere en una habitación aparentemente inaccesible desde el exterior… ¿Suicidio o asesinato? Y, en este último caso, ¿cómo se cometió el crimen?
Desde Edgar Allan Poe, con sus Crímenes en la Rue Morgue en adelante, casi todos los autores del género han planteado este tipo de misterio en sus obras.
En la llamada edad de oro de la novela detectivesca, entre las dos guerras mundiales, cuando se entendía la novela de detectives como un ejercicio intelectual, proliferaron este tipo de novelas, hasta el punto de que el problema del cuarto cerrado pasa a ser el eje de la novela, ocupando muchas páginas y restando importancia a otros elementos vitales, como son la motivación del crimen, la caracterización del ambiente y los personajes, etc. Además, muchas veces, se exageraba la situación haciendo que la forma en que se cometían los crímenes transgrediera groseramente el principio de verosimilitud, y que la explicación del crimen sea forzada.
John Dickson Carr, fue un escritor norteamericano que se especializó en este tipo de tramas, y si bien no pudo eludir las debilidades antes mencionadas, dotó a sus novelas de otros elementos que minimizaron esta situación. Tal como se lo presenta en las ediciones del Septimo Círculo,

“Sus obras policiales, que ya pasan de cuarenta, combinan hábilmente la rapidez de la escuela americana con el rigor intelectual de la escuela inglesa. Se distinguen por su planteo increíble, por un desarrollo ortodoxo y por una solución impecable”

En el Caso de los suicidios constantes, que es la novela que nos ocupa, si bien el eje de la trama gira en torno al cuarto cerrado - un hombre cae desde 20 mts de altura, de una habitación cuyo único acceso estaba cerrado por dentro-; la ambientación – un castillo de Escocia - , la caracterización de los personajes, y el tono humorístico en que están contadas muchas situaciones, - casi como en una comedia de enredos - hacen de esta novela, un muy entretenido relato.

“El encargado llegó corriendo al oír dos llamadas hechas por dos manos diferentes, y se encontró con dos personas en actitud de gran dignidad, que trataban en forma incoherente de contar sus respectivas versiones de los hechos.”

2 comentarios:

  1. ¡Hola!

    Me encantan este tipo de historias y el género. Voy a buscarme esta, porque me ha llamado mucho la atención. Muchas gracias por descubrírmela. ¡Nos leemos!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Hola!!! Hay muchísimas noveklas de este estilo. Me alegro que te gusten. Esta, además es bastante divertida. Leela y despues me cuentas. Nos leemos!!!

      Borrar

Destacados

La lectura de hoy: El precio del engaño, de Elizabeth George

"Quien dijo que abril es el mes más cruel, nunca estuvo en Londres durante una ola de calor veraniega. Junio era el mes más cruel, con ...

Páginas que sigo

Etiquetas