
Un viaje en tren, dos desconocidos, – Bruno y Guy -, comienzan a charlar, compartiendo sus problemas y sus ideas. Cuando el tren llega a su destino, una extraña relación surge entre ellos. La del crimen.
Patricia Highsmith escribió Extraños en un tren, su primera novela, en 1950. Llevada magistralmente al cine por Alfred Hitchcock en 1951, se convirtió en todo un clásico del género policial, y catapultó a su autora como una de las más grandes hacedoras del mismo.
“¡Oiga! ¡Menuda idea se me ha ocurrido! Un asesinato por delegación, ¿comprende? ¡Yo mato a su esposa y usted se encarga de mi padre! Nos encontramos en el tren, ¿comprende?, y nadie sabe que nos conocemos. ¡Nadie! ¡Una coartada perfecta! ¿Qué le parece?
La pared latía rítmicamente delante de sus ojos, como a punto de saltar en pedazos.“Asesinato”
La palabra le ponía enfermo, le daba miedo. Quería alejarse de Bruno, salir del compartimiento, pero se lo impedía una angustiosa sensación de pesadez, como en un mal sueño. Trató de sobreponerse, de afianzarse, enderezando antes la pared, comprendiendo lo que Bruno estaba diciendo, porque presentía que había algo lógico en ello, como en un problema o en un acertijo que tuviera que resolver.
Las manos de Bruno, manchadas de nicotina, daban palmadas y se agitaban sobre las rodillas.
-¡Un par de coartadas a prueba de bomba! – chilló- ¡La mejor idea de toda mi vida! ¿No lo ve? Yo me encargaría de hacerlo cuando usted estuviese ausente de la ciudad y usted, a su vez, haría lo mismo.
Guy lo comprendía. No había ninguna posibilidad de que alguien llegase a descubrirlo, ninguna”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario