viernes, 9 de marzo de 2018

Hoy recomendamos: Tom Ripley, de Patricia Highsmith

La literatura policial nos ha brindado muchos detectives famosos, pero, en este caso nos vamos a referir a un criminal, Tom Ripley, protagonista de cinco novelas que ahora podemos ver compiladas en un solo volumen publicado por la editorial Anagrama.
Creado por Patricia Highsmith, fue considerado por ésta, como un suave, agradable y totalmente amoral estafador y asesino en serie que siempre evade la justicia. 
Aparece por primera vez en El talento de Mr Ripley, - llamada también A Pleno Sol luego del estreno de la película homónima, en 1960-, A esta primera novela, donde poco a poco va configurando su personalidad al mismo tiempo que se inicia en la vida delictiva, le seguirán La máscara de Ripley, El amigo americano, Tras los pasos de Ripley, y Ripley en peligro.
Llevado al cine en varias ocasiones, por directores como René Clément, Win Wenders, Anthony Minghella y Liliana Cavani, e interpretado por Alain Delón, Dennis Hopper, Matt Damon y John Malcovich, Tom Ripley, es sin duda, uno de los más famosos criminales de la ficción.

“Antes de empezar a subir los peldaños de ladrillo, Tom se detuvo y miró en ambas direcciones, pero sólo se veía a una vieja que paseaba su perro y a un viejo que, con paso vacilante, doblaba la esquina de la Tercera Avenida. Si había alguna sensación que él odiase, era la de ser seguido, no importaba por quién. Y últimamente, aquello era lo que sentía constantemente. Subió corriendo los peldaños.
Al entrar en su habitación, Tom pensó que la sordidez del lugar sí le importaba ahora. Tan pronto le diesen el pasaporte, embarcaría rumbo a Europa, probablemente en un camarote de primera clase, donde le bastaría tocar un timbre para que acudiesen los camareros a servirle. Se vestiría de etiqueta para cenar y entraría majestuosamente en el comedor del buque, donde conversaría como un caballero con sus compañeros de mesa. Pensó que muy bien podía felicitarse por lo de aquella noche. Se había comportado justo como debía. Resultaba imposible que mister Greenleaf se hubiese llevado la impresión de que la invitación para ir a Europa la hubiese sacado Tom por medio de artimañas. Más bien todo lo contrario. Pensaba no defraudar a mister Greenleaf y hacer todo cuanto pudiera para convencer a Dickie. Mister Greenleaf era tan buena persona que daba por sentado que todos los demás seres humanos lo eran también. Tom casi se había olvidado de que existiera gente así.
Con movimientos lentos, Tom se quitó la chaqueta y se desanudó la corbata. Observaba cada uno de sus movimientos como si fueran los de otra persona. Se sorprendió al ver cuán distintos eran su porte y la expresión de su rostro comparados con los de unas pocas horas antes. Era una de las infrecuentes ocasiones de su vida en que se sentía contento consigo mismo”






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