"Era de noche cuando llegó a la capital. Llovía.
No era una lluvia fuerte, pero era constante. No paraba y tampoco parecía
aumentar o disminuir un ápice, como un mantra. La estación estaba atestada de
gente de todos los tamaños, de todos los colores, de todas las edades; atestada
de sonidos, risas, gritos, madres regañando a niños que lloran, hombres
peleando por teléfono. Y sin embargo, el conjunto le daba la impresión de un
movimiento controlado, sin exabruptos mayores. No se imaginó que hubiera tantas
personas en medio de la semana. Pero suponía que así debía ser siempre en la
capital".
La caída de una diva es otro atrapante relato de Raúl Garbantes.
La joven detective Aneth Castillo, recién llegada a la ciudad, se
incorpora a la brigada de homicidios. Su primer caso, el de una joven y hermosa
actriz en ascenso asesinada en un teatro.
La investigación la debe realizar con el “jefe” Goya, quién aún mantiene
su sagacidad y prestigio, - lo que le vale el respeto de todos - aunque,
víctima de las adicciones, pasa por su peor momento.
La narración en tercera persona, nos muestra así, al mismo tiempo la investigación
del crimen, y la relación – de confianza creciente – entre los dos detectives
protagonistas de esta novela que además cuenta con una muy buena
caracterización de los personajes, y que rinde un pequeño homenaje a los
grandes del género en este diálogo
—¿Le gusta leer? —pregunta el jefe Goya. —No
leo literatura, señor, si a eso se refiere —responde Castillo—. Pero veo que
tiene aquí buenos amigos: Dupin, Parodi, Holmes, Spade, Marlowe...
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