La señorita Jane Neal se reunió con su Creador en la niebla matinal del domingo de Acción de Gracias. Fue una auténtica sorpresa para todo el mundo.
La de la señorita Neal no fue una muerte natural, a no ser que uno sea de la opinión de que todo sucede como se supone que tiene que suceder. De ser así, Jane Neal llevaba sus setenta y seis años avanzando hacia aquel momento final en el que la muerte la sorprendió en el luminoso bosque de
arces que bordeaba el pueblo de Three Pines.
Este es el primer libro
que leo de esta autora, y también el primero de la serie del inspector Armand Gamache.
Y no está mal, es entretenido, y está bien construido en cuanto a ambientación,
caracterización de los personajes, y fuerza dramática.
La acción transcurre
en un pequeño pueblo, rodeado de bosques, en un Canadá donde conviven la
cultura francesa y la inglesa, uno de esos pueblos tan típicos de la literatura
de detectives, donde todos se conocen. En este ámbito, se produce un crimen, el
de una mujer querida por todos. Y en la investigación, como suele suceder,
salen a relucir viejos y nuevos conflictos y situaciones personales. Y la
autora dedica mucho espacio a mostrarnos la personalidad de estos personajes y
a cómo los afecta la muerte de su vecina y amiga.
Gamache, es un detective
de esos que tienen una trayectoria que genera respeto, amable, que se conmueve
ante la muerte, a los que le gusta estar con la gente y escucharla, y que, como también lo hace su famoso colega francés
el comisario Maigret, comenta los casos con su querida esposa.
Para contrastar la
amabilidad del inspector, aparace, dentro de su equipo de trabajo, otro
personaje, la agente Nichol, cuya personalidad, -y los conflictos que genera-,
también ayudan al desarrollo de la trama.
Nos encontramos
entonces con una típica novela de detectives al estilo tradicional, y con unos
personajes interesantes, que invitan a ver que pasa con ellos en los siguientes
casos, y, por lo tanto, en nuestras futuras lecturas.
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