“Aunque mi amor por Ana permanecía intacto, casi más firme que nunca, una extraña sensación de desasosiego me acechaba desde hacía días”.
Así comienza esta muy buena y muy atrapante novela de Miriam Martínez que continúa con la historia de los personajes de Sabrás Perdonarme, y que, a su vez, también continuará con El psiquiatra de sueños lúcidos, aunque, como bien indica la autora, especialmente por cuestiones de estilo y de trama, las tres son autoconclusivas.
Narrada en primera persona, tiene la particularidad de incluir, dentro del relato, otro relato, el del escritor Aarón Espinosa, un personaje oscuro y misterioso, quien le entrega a Fausto y a Ana, - protagonistas de la saga – un manuscrito que habla sobre sus vidas. Así, nosotros los lectores, leemos, una novela dentro de otra, ya que acompañamos a Ana y Fausto en la lectura del manuscrito. Y este es el eje de esta singular historia.
La narración en primera persona permite, y esto es uno de los mejores logros de la autora, vivenciar los sentimientos y las ideas de los protagonistas, conocerlos, comprenderlos, y compartir con ellos sus miedos y angustias.
Y este también es otro eje importante de la novela, página tras página vamos compartiendo – aunque tamizada por la subjetividad de los narradores - , la obsesión de Iván, los sentimientos de amor y de culpa de Ana, la desazón de Fausto al temer perder al amor de su vida; y, especialmente, la angustia y el terror creciente de Fausto y de Ana al ir comprobando, página tras página, que lo relatado por Aarón se acerca mucho a su realidad, y la terrible certidumbre de que , como protagonistas de su obra, sus propias vidas están a merced del escritor que, como demiurgo que es, puede alterarlas con el correr de las páginas que escribe.
Y finalmente, la terrible sensación, creciente en ellos, y en nosotros, de un peligro latente, de que, al final, podría sobrevenir lo peor.
“…espero haber demostrado con esta novela que todos y cada uno de nosotros somos capaces de cometer una locura”.
Aarón Espinosa
Ésta es la sinopsis:
«Me volví loco, con largos intervalos de horrible cordura.»
Edgar Allan Poe.
Entrada la madrugada, Iván Vacchiani, agente de la Inteligencia Italiana, cierra tras de sí la puerta del apartamento de Ana Alcobas, en Barcelona. Meditabundo, deambula por las calles de la ciudad hasta llegar a la plaza Real. Una vez ahí, se topa con un extraño hombre: presenta medio rostro indefinible, va ataviado con unas gafas de sol y una gabardina, y asegura ser escritor. Poco rato después, en tanto que Iván inicia una singular colaboración literaria con él, la vida de Ana y Fausto se traslada a unas páginas en blanco. Transcurridos dos años, un misterioso hombre acude a la librería de Fausto Pietralunga, en Maiori, para hacerle entrega de un manuscrito. En ningún momento se desprende de las gafas de sol. Tras su marcha, Ana y él deberán presenciar cómo las vicisitudes de un comprometido pasado parecen cobrar vida. El juego de los videntes, por Aarón Espinosa. Una novela dentro de otra novela.
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