"Cuando uno está empapado hasta los huesos, ya no tiene ninguna necesidad de preocuparse por si se moja. Anduve bajo el diluvio sintiéndome de alguna manera aligerado, una especie de Gene Kelly trasnochado en realidad que, si bien no iba cantando verdaderamente bajo la lluvia, avanzaba a buen paso. Solo una vez lo interrumpí para hacer señas a un camión cargado de gallinas encajonadas. El camionero pasó a mi lado sin siquiera disminuir la velocidad, y me lanzó un chorro de agua que me afectó menos que su desconsideración"
Narrada al estilo de los policiales tradicionales, esta novela de Ed McBain es entretenida y de fácil lectura, pero no presenta mayores sorpresas, y nos muestra algunos personajes bastante estereotipados.
Su protagonista, un abogado devenido en eventual detective, debe lidiar con sus problemas sentimentales al mismo tiempo que tiene que resolver el crimen de un cliente.
Naturalmente las cosas se complican, y hay más cadáveres hasta que al final, como corresponde, se da con el criminal, mientras la vida sentimental de Matthew Hope, - a quien ya conocimos en otra novela- sigue dando tumbos. Es que, a diferencia de otros detectives de ficción, no se trata de un duro ni de un cínico, sino de un tipo demasiado sentimental como para no involucrarse más de lo aconsejable en los casos que investiga.
En síntesis, nos encontramos con una buena opción para distraerse un rato en las vacaciones, pero no mucho más que eso.
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