miércoles, 23 de enero de 2019

La lectura de hoy: Los crímenes de Longbridge, de Moray Dalton



"La señora Loder era una buena jardinera y Bert la había visto día a día, desde que trabajaba en Eltham House, moviéndose de un lado a otro con una canasta y una escarda, arrancando la cizaña o sachando los cercos. Doblando por el camino, bajó un sendero que serpenteaba en dirección a un montículo artificial de rocas sintéticas, densamente tachonado de pequeñas plantas alpestres, todas ellas cuidadosamente  rotuladas.

La señora Loder había estado trabajando allí, arrodillada sobre una estera de goma y con la canasta  de jardín a su lado. Ésta se había volcado y un montón revuelto de esparto y fibra dejaba su rastro sobre las rocas. La señora Loder yacía cara al suelo, aplastando un venerado sembrado de saxifragáceas. Tenía los brazos abiertos y sus manos regordetas con las uñas esmaltadas de escarlata, se extendían como estrellas de mar."



Uno de los mayores placeres que tengo como lector es la costumbre de recorrer librerías de "viejo", no sólo para encontrar libros más baratos sino, también, - y especialmente- , para rescatar del olvido a obras o autores casi desconocidos en la actualidad.
Tal es el caso de esta novela escrita por Moray Dalton, seudónimo utilizado por Katherine Mary Dalton Renoir , una prolífica escritora inglesa que vivió entre 1882 y 1963.
Típica representante de su época, Los Crímenes de Longbridge reproduce los cánones clásicos de la "Edad Dorada": un típico pueblo rural inglés, - de esos que tánto aprendimos a querer -, con sus personajes pintorescos y sus convenciones sociales, una serie de crímenes inexplicables, un reducido grupo de sospechosos, y un detective, - en este caso inspector de Scotland Yard - que logra dar con la solución.
Lo que destaca a este libro del montón, es que presenta cada uno de los asesinatos que ocurren como un caso particular, con su especial descripción de ambiente, los personajes implicados en el caso bien caracterizados y la consiguiente - y rutinaria -investigación. Naturalmente, esto tiene que ver con el desarrollo de la trama, ya que, los crímenes en cuestión ocurren con diferencia de meses entre uno y otro, con distinto modus operandi,  sin que parezca haber algo común entre ellos, y, sin que la policía local pueda dar con una solución, más allá de tener uno o varios sospechosos para cada caso. Es así que se da intervención a Scotland Yard, y es el inspector Hugh Collier - detective estrella en varias novelas de la autora - quien logra resolver dichos crímenes.
Nos encontramos entonces con una típica novela de detectives al estilo tradicional, entretenida, con una muy buena ambientación y con una buena caracterización de los personajes implicados, que, en general, reproducen los estereotipos de la época, y con un detective que, si bien pertenece a Scotland Yard, se maneja más de acuerdo al patrón característico de los detectives aficionados propios del género. 
Sería interesante poder leer algo más de esta autora para profundizar más en su obra.

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