viernes, 31 de mayo de 2019

la lectura de hoy: El candelabro enterrado, de Stefan Zweig


"Quizá nuestro verdadero camino es estar siempre en camino,
mirando hacia atrás con tristeza y hacia delante con impaciencia, siempre anhelando descanso y siempre sin reposo; pues siempre es un camino santo aquel cuya meta se desconoce y que, sin embargo, se sigue con perseverancia, tal como ahora nosotros caminamos esta noche hacia la oscuridad y el peligro, sin conocer el fin del camino."


"—No se puede caminar así eternamente, siempre en la oscuridad y sin saber el camino. Ningún pueblo puede vivir así, sin hogar ni destino, caminando y con el peligro como única y eterna frontera. Habría que encenderle una luz, mostrarle el camino; si no, este pueblo perseguido y perdido perderá la esperanza y se marchitará.
Alguien debería conducirlo, guiarlo a casa, iluminar su camino. Hay que encontrar una luz, hace falta una luz."

Publicada en 1937, en pleno auge del nazismo, esta novela de Stefan Zweig , con connotaciones históricas y religiosas, es un sentido alegato a favor de la esperanza y del deseo de redención.
Cuando los Vándalos saquean Roma, se llevan con ellos la Menorá, el candelabro sagrado para los judíos, que a su vez, los romanos habían saqueado del templo de Jerusalén. Un grupo de ancianos intenta rescatar infructuosamente el valioso objeto. Benjamín, un niño de siete años que va con ellos, logra ver y tocar el candelabro antes de que se lo lleven. Se convierte así, para su comunidad, en un elegido por Dios para mantener viva la esperanza de recuperarlo. Así pasan los años, hasta que, ya muy anciano, se le presenta una nueva oportunidad cuando el sagrado elemento va a parar a la corte bizantina. 
El dorado candelabro no es, entonces, solo un objeto valioso, sino que es todo un símbolo: su búsqueda y la esperanza de encontrarlo será lo que mantenga a su pueblo unido y le dará fuerzas para afrontar la adversidad.
Zweig, que no era practicante, toma al pueblo judío como protagonista, y así, su novela , magníficamente narrada, con una pluma ágil, y con muy buenas caracterizaciones de época, personajes y ambientes, tiene el carácter de una de las tantas parábolas bíblicas. 
Pero, en su mensaje, va más allá: los romanos de antes son los nazis de los 30, y la persecución continúa, pero también la necesidad de aferrarse a algo que mantenga viva la esperanza, por eso, el mensaje de esta obra trasciende al pueblo judío y trasciende a su época. Cualquier pueblo oprimido o perseguido puede encontrar una luz dorada - como la de las siete llamas del candelabro - , que lo saque de las tinieblas que le imponen. Vale la pena, entonces, leer esta muy buena novela, además de su calidad literaria, por su claro sentido humanista.






















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