martes, 7 de agosto de 2018

La lectura de hoy: No cruces a la otra banda, de María Laso


"El tiempo se acaba…  Sigue corriendo, alimaña, tu reloj vital está exprimiendo sus últimas horas. El cepo se acerca a tu cuello…, notarás como se estrecha enérgicamente el alambre si forcejeas intentando escapar. Mis manos enguantadas mitigarán mi esencia y lo último que olerás será el hedor de tu miedo. Lo postrero que verás será la oscuridad de tu alma. Suda ahora todo lo que puedas porque dentro de nada estarás en la morgue tan fría como un témpano."

Con No cruces a la otra banda, de María Laso, nos encontramos con una muy buena novela, escrita en una prosa ágil y llevadera, que, más allá de la intriga criminal que plantea desde el inicio, como bien lo señala la autora en el epílogo, actúa también como una excelente radiografía de la vida social en los tiempos que corren.
Es que los personajes involucrados son un grupo de matrimonios jóvenes que conviven en un paradisíaco pueblo costero, que interactúan en reuniones, y fiestas, y donde los grupos de Whattsap juegan un papel importante en dicha interacción.
La narración nos lleva por dos caminos que se van alternando. Por un lado, una persona que manifiesta su odio a una mujer y planea su muerte, en un lenguaje cargado de adjetivaciones y subjetividades y por otro, el relato de la vida cotidiana, - tanto de lo que ve que ocurre, como de lo que hace, piensa y siente, - de la mano de la principal protagonista, en un tono simple y coloquial, lo que nos facilita identificarnos con su punto de vista.
Así, asistimos a fiestas de cumpleaños y a reuniones espontaneas de madres mientras esperan a sus hijos a la salida de la escuela o mientras juegan en el parque.
Naturalmente, en esa tranquila rutina diaria vamos asistiendo a pequeñas turbulencias que alteran la aparente calma, a tensiones subyacentes, y a una serie de conflictos que van creciendo hasta llegar al ya anunciado crimen.
Matizado con alusiones musicales, de cine, o literarias, y con reflexiones sobre la importancia de los afectos verdaderos, - aquellos que permanecen por encima de las redes sociales - , o de las frustraciones o ilusiones de los docentes – como tal, doy fe de eso - , nos encontramos con una historia creíble, que podría ser la de cualquier grupo de amigos o conocidos,  donde participan personas comunes, de carne y hueso, que no son perfectas, que viven sus alegrías y dramas – grandes o pequeños – como cualquiera de nosotros; y en este marco, un criminal que nos va contando sus razones, y un crimen.
En síntesis, No cruces a la otra banda es una muy opción de lectura que, además de entretenernos, nos lleva a lugares y situaciones que, seguramente muchos de los lectores, especialmente aquellos que se acerquen o superen los 40, encontrarán muy conocidas.

"Y allí, charlando animadamente, tomándonos un café, varias de las chicas no paran de mirar de reojo y de contestar de manera compulsa los WhatsApp que reciben. El sonido de seis o siete móviles en acción, encima de la mesa, cada uno con un soniquete diferente, es para partirse de risa o para tirarse de los pelos, según como se mire, pero, sin duda, resulta la mar de hilarante. Para más inri, se va contando lo que se habla en esos grupos y lo que se contesta. Da igual si las demás no conocemos a ese compañero que se jubila o si el problema familiar de tal o cual, a una servidora o al resto de las presentes, no nos quita el sueño."

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