domingo, 19 de mayo de 2019

La lectura de hoy: Muerte de una heroína roja, de Qiu Xiaolong

"Una metáfora que había traducido de una novela policíaca le vino a la mente: los policías eran soldados de juguete a los que se daba cuerda con una llave, se empujaban unos a otros, corrían por todas partes gesticulando y girando en círculos durante días, meses, e incluso años, sin llegar a destino alguno, y de pronto, eran descartados y guardados hasta que de nuevo se les daba cuerda. Algo en todo ese asunto le había vuelto a dar cuerda, algo como un impulso desconocido."

Interesante, esta muy buena novela que nos ofrece Qiu Xiaolong.
Ambientada en Shanghai, en 1990, comienza con el descubrimiento del cadáver de una joven mujer. 
El protagonista es Chen Cao, un joven funcionario y miembro del Partido que, muy a su pesar, es promovido a jefe de detectives, y que, además, es poeta y traductor.  Sin ser policía de vocación, hace lo que debe hacer,  - pesan en él una interesante serie de valores Confucionistas, y una ética personal, donde, entre lealtades al Partido y a la Patria, comienzan  a imponerse un deseo de justicia y de hacer lo éticamente correcto, y donde, entran en juego, también, el choque entre sus sentimientos, su verdadera vocación, vinculada a lo literario, y su posible carrera como funcionario exitoso dentro del poderoso Partido. También aparecen un grupo de personajes secundarios muy logrados, entre otros, su lugarteniente Yu, un eficiente policía, hijo de un antiguo detective ya retirado, y su esposa.
La investigación de lo que parecía un simple crimen, uno más de tantos, destinados a resolverse rápido o a quedar archivados, se complica cuando se descubre que la víctima era una figura importante para la propaganda del régimen. Así, cuestiones políticas interfieren en el caso y en la labor de los investigadores, quienes, partiendo de un recelo mutuo, van logrando una eficiente complementación en las tareas, y una creciente confianza y amistad, al mismo tiempo que deben ir manteniendo un delgado equilibrio entre sus objetivos como policías: dar con el culpable y hacer justicia - pensando también en la víctima -, y en hacer lo "políticamente correcto", dado los intereses en juego y las presiones del aparato partidario.
Como relato policial, entonces, Muerte de una heroína roja, responde a los lineamientos típicos del genero, y, en ese sentido, no  presenta mayores sorpresas.
Chen Cao y Yu son unos de esos detectives de los que nos gustan, que caminan las calles, empatizan con la víctima, tratan bien a los testigos,  y no cejan hasta dar con el criminal ; perseverantes, profesionales, y también intuitivos. 
Todo esto hace que, de por sí, y en lo estrictamente policial, sea ésta una novela muy disfrutable.
Pero, además de esto, el autor nos brinda una magnífica visión de la sociedad de Shanghai, en una época de transición, donde conviven, en medio de las reformas de Deng Xiaoping, las secuelas de la Revolución Cultural, los problemas habitacionales, la crisis de los valores tradicionales, las luchas por el poder entre las viejas figuras y las nuevas generaciones, y la incipiente apertura al capitalismo.
También abundan referencias a comidas y rituales milenarios, y, dada la afición del protagonista por la poesía, numerosas referencias y citas a poemas y relatos tradicionales chinos. 
En conjunto, una muy opción de lectura que nos deja con ganas de leer los siguientes libros de la serie y además, nos brinda la oportunidad de conocer un poco más de esa China a la vez milenaria y moderna, comunista y capitalista, de la que, en general, tan poco sabemos.

"Ella levantó la cara, y en sus ojos asomó el destello de las lágrimas. Su palidez acentuaba sus rasgos. ¿Era aún más bella en ese momento? Wang se inclinó para ponerse los zapatos. Se miraron sin hablarse. Al cabo de un rato, llegó el taxi. Oyeron cómo sonaba el claxon bajo la lluvia. Él insistió en dejarle su impermeable, un impermeable negro de policía, una prenda sin forma con una capucha fantasmal. Wang se detuvo al llegar a la puerta y se giró hacia él, con la cara semioculta por la capucha. Chen no le veía los ojos. Luego desapareció. Wang era casi de su misma altura, habrían podido confundirla con él por esa prenda negra de policía. Chen se quedó mirando la figura alta, envuelta en un capote, que se perdía en la niebla bajo la lluvia."


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