"Pero nadie es llamado gratuitamente por el destino. Si ella había sido incluida en la ceremonia era para que, en un determinado momento, pasase de acólito a celebrante y oficiase el último acto ritual, aquel con el que la ceremonia culminaría. Comprendió que ese momento había llegado."
Con una magnífica ambientación, - una antigua casona del centro porteño - , una prosa ágil, por momentos cargada de ironía y por momentos cargada de piedad y de sentimiento, y una gran caracterización de las protagonistas, Denevi nos introduce en el mundo íntimo de las dos mujeres, que, tras el contraste inicial, van construyendo una interacción en base a sus sus historias personales y sus necesidades comunes, conformando, tal como lo dice el título, un ritual, una ceremonia secreta, en la que, además de la muerte y la locura, entra también el amor.
En 1967 Joseph Losey llevó este relato al cine, - con alguna modificación en los personajes y en la historia - con las soberbias interpretaciones de Elizabeth Taylor y Mia Farrow en los roles protagónicos.
"la casona hace todo lo posible para pasar inadvertida, como si la avergonzasen su fea facha y su vetustez. No hace falta, nadie se fija en ella. Se la saltean como a un terreno baldío. Si la miran, en seguida la olvidan. Acaso alguna pareja de novios, durante la noche, se acoge a su amparo, pero es para besarse, no para ocuparse de arquitectura. De modo que la casona está allí y es como si no estuviera; está allí por omisión, como si por una fisura entre los dos edificios que la flanquean hubiese salido a la superficie una excrecencia, un escombro de la ciudad colonial, la que ahora yace sepulta bajo los rascacielos y las torres. A la tienda de la derecha y a la tienda de la izquierda les bastaría aproximarse un poco más la una a la otra, y como una tenaza extirparían ese grano."
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