sábado, 8 de febrero de 2020

La lectura de hoy: La cabeza del viajero, de Nicholas Blake

"Oía yo un rugido distante, como el ruido que se oye al mantener una caracola al oído, pero más profundo, una caída de agua agonizante que nunca muere, un suspiro inmortal. ¿Procedía de una lejanía infinita? ¿O sería una ilusión de mi mente, producto del lugar y de su ensueño de rosas?"



"La tormenta se acercaba de ese lado, del norte. Nubes azules aglomeradas, más oscuras que la noche, estaban acumuladas desordenadamente, unas sobre otras, en montones inseguros que parecía que un simple empujón de un relámpago las mandaría abajo. La noche contenía su respiración, luego la soltaba en un soplo repentino y caliente que agitaba el follaje del castaño. Detrás de las montañas de nubes, los fucilazos de los relámpagos iluminaban y sacudían el cielo, delineando los fantásticos declives, cerros y cumbres de las nubes tormentosas"

Nicholas Blake nos trae aquí otro caso protagonizado por Nigel Strangeways. La historia, narrada en el primer capítulo, y en el final por el propio Strangeways, comienza cuando éste visita la casa, - en un idílico entorno rural-, de un famoso y admirado poeta. Poco después, la apacible vida del escritor y su familia se ve dramáticamente alterada cuando, en las inmediaciones, aparece el cadáver decapitado de un hombre, y el detective es convocado, muy a su pesar, para investigar el caso. Y lo hace mostrando sus dudas, sus sentimientos y sus ideas sobre la verdad y sobre la justicia.
Más allá del misterio en sí, que, por otra parte responde a los cánones tradicionales, la novela se destaca por la magnífica ambientación, en la que una antigua mansión rural juega un rol primordial, y por la maestría con que el autor transmite, a través de la mirada del protagonista, una atmósfera de desasosiego, de melancolía, cargada de dramatismo, y con una tensión creciente. Los personajes, notablemente caracterizados desde el punto de vista psicológico, y hacia quienes el investigador mantiene un sentido de empatía y de profunda piedad, se nos presentan, - casi al estilo de una antigua tragedia griega-, como juguetes de un destino que aparenta ser inexorable.
Aunque algo lenta en su desarrollo, nos encontramos, entonces, con una obra que vale la pena leer por la poesía implícita en las descripciones, por reflejar y hacer vívido un drama humano y por demostrar, una vez más, que, una novela puede ser mucho más que un simple y rutinario relato de misterio.


"Ya fuera porque la casa se alzaba delante de él como una mujer hermosa que solicitaba toda su atención, o fuera porque la densidad brumosa y serena del ambiente en el que la represa zumbaba y rugía con más insistencia, él no podía concentrar su mente en los manuscritos del poeta.Todo, esta tarde parecía oprimido por la fatalidad. ¿Qué trataba de decir insistentemente la lejana represa? Un pétalo se desprendió de una de las opacas rosas del frente de la casa y, tembloroso, cayó al suelo; cuando aterrizó, Nigel verdaderamente se sintió aliviado como si hubiese esperado que la tierra se sacudiera por la caída. El repentino arrullo de una paloma en lo alto lo sobresaltó como una sirena."








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