"Cuando el revisor entró al vagón y anunció «¡White River!» y luego avanzó hasta el centro del coche y volvió a gritar «¡White River!», Steve Gregory bajó el periódico y, a través de la polvorienta ventanilla, contempló el paisaje de New Hampshire que se deslizaba ante sus ojos. Los campos recién arados se elevaban y descendían en sucesivas mareas con las ondulaciones del terreno. Había huertos bañados por la luz del sol; aquí y allá una granja con sus graneros y silos señalaba la existencia de seres humanos. Más atrás, las lomas cubiertas de verdor se transformaban en montañas purpúreas. La paz y la soledad que flotaban sobre el paisaje sólo se veían turbadas por el traqueteo del vetusto tren y las densas bocanadas de vapor de la locomotora, que resplandecían y se elevaban lentamente en el aire pesado."
Así comienza esta entretenida novela, de la colección El Séptimo Círculo.
Una joven, acusada de asesinar a su tía, huye del país, y un detective privado es el encargado de ir en su búsqueda, encontrarla, llevarla de regreso, y entregarla a las autoridades. Pero, naturalmente, las cosas se complican y no todo resulta como se esperaba.
De fácil y llevadera lectura, es el típico relato de fugas y persecuciones, que, aunque de desarrollo y desenlace muy previsibles, nos hace pasar buenos momentos , mientras seguimos a los personajes, en un particular juego del gato y el ratón, desde Panamá, y Miami , hasta aquel pueblito, - White River - donde comenzó todo.
En definitiva, La joven desaparecida, constituye una muy buena opción de lectura, - ideal para distraernos - , que, desde ya, recomendamos.
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